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  • Foto del escritorCristian

Pisando el mar

Por fin dejamos de suponer y fuimos a vivir. Vivimos el lugar con una visita de campo en la que buscamos afirmar nuestras estrategias y encontramos otros caminos.

La visita sirvió para entender los flujos de personas, las distancias, los olores, las vidas y la escala de la zona. En ella descubrí que el barrio pesquero estaba mal conectado, pero lleno de vida; con una gran superficie empleada simplemente como bolsa de aparcamiento y con viviendas que miraban a la espalda de un edificio que les impedía poder ver el mar, pero con

unas gentes llenas de éste que lo vivían y presumían de ello. De hecho, al barrio no le pasa nada más allá de la desconexión geográfica. Ya se han realizado algunas operaciones de revitalización y empoderamiento del barrio que tal vez haya que respetar, caminando de la mano en su recuperación sin acometer medidas creyéndonos poseedores de verdades absolutas que vulneren la idiosincrasia propia del barrio.


Por otro lado descubrí San Pedro, un conjunto de calles en la loma junto a las vías, que se

encuentra muy cerca de la estación pero a una altura mayor. Un barrio olvidado, abandonado y con mala conexión pero con un sinfín de posibilidades, coronando la cima junto al parlamento cántabro y un parque.


Al atravesar el puente que une el barrio con la loma entendí la razón de la desconexión geográfica, pero una vez llegué al final se me apareció como una obviedad el porqué de la inexistencia de flujos de personas Norte-Sur: no había ninguna razón por la que ir. Tal vez a raíz de la separación geográfica, tal vez el orden fuese el contrario, no nos importa. Ahora ya es tarde. Nos importa conectarlo para usando flujos de personas para eliminar el mantra de la conexión este-oeste de la ciudad y unirla. No soterrando las vías ni vaciando el monte, el puente serán personas, personas que como las hormigas creen un flujo capaz de enlazar la ciudad en la mente de las gentes que la habitan.


De esta forma encontramos sumamos al problema de la cicatriz geográfica la desafección de la

ciudad por las zonas a ambos lados de las vías. Al subir por el ascensor encontramos otro parking en el solar que anteriormente ocupaba la cárcel. Visto así no parecen tan distantes, parecen incluso el mismo lugar azotado por el mismo tipo de desdén. Miro hacia atrás, es una vista embriagadora. Y de repente algo llama mi atención. Un graffiti de 4 plantas de altura de un tal Okuda, el Banksy de Santander lo llaman sus paisanos. Puede que esa sea otra forma de unir.










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